Estos días estuve escuchando en la radio sobre los avances (veloces) de la tecnología y la Inteligencia Artificial (IA).
Preguntas incómodas que agradezco de Santiago Bilinkis que quedan rebotín-rebotán y que mi Inteligencia Natural procesa, a su tiempo.
Y en eso me quedé.
Procesos – Tiempo
Recuerdo la primera vez que tuve contacto con este invento. En una consulta para el armado de una cocina, en una casa particular que estaba en etapa de obra (Recordemos que también la arquitectura es parte de mi vida). La familia me consulta, era el momento clave de la elección de la cocina soñada. ¿Qué cerámicos? ¿Qué estilo de muebles de cocina? ¿Grifería? ¿Color de la pared? Y algo super clave: eficiencia del espacio en el uso propio.
Le pregunté a uno de la pareja que me diga un disparador. Algo que me de la llave para saber “la onda” que querían darle a su futura cocina habitada.
Él toma el celular, yo creía que estaba buscando imágenes de referencia en Pinterest, o fotos que había guardado para este momento de decisiones… yo seguía recorriendo la obra. Al ratito vuelve y me acerca el celular: “Algo así nos imaginamos”.
Quedé atónita.
Él había sacado una foto desde un ángulo de la cocina, y vuelvo a aclarar, en obra. O sea, el quilombo de la obra. Me dice que escribió en “un chat de nosequecosa” las características decorativas que le gustaban. Y en menos de un minuto, ese chat de nosequemierda, le envió la futura cocina, totalmente terminada, con la elección minuciosa de detalles y terminaciones, artefactos, todo. Y mi respuesta fue: “No me necesitás, es eso lo que tienen que hacer”. Y así fue. En mi mente ya se estaban armando las piezas, la imaginación estaba creando el render mental y que al mismo tiempo pensaba en cómo se lo iba a mostrar en una presentación para que entiendan el espacio y el clima de la futura cocina. Creedme, era casi igual a lo que ese chat le devolvió. Digo “casi”, porque yo no había llegado a los apliques de iluminación, ni a la elección de repasadores y tela de las cortinas.
El futuro llegó.
Este recuerdo volvió en estos días. Hablaba con mi amiga, en una cocina real, con mate real y unas cookies reales que hace otra amiga y que no se podían creer de lo ricas que son.
Mi amiga es artista. Hace magia con la acuarela y te hace viajar por mundos con sus pinturas. Y estoy segura que nos hace viajar, porque transmite su propio viaje, y que «tarda» algo más que 1 minuto. Eso seguro. También es arquitecta. Y madre.
En la charla yo pensaba… “¿Y el proceso de las cosas que van creciendo? ¿Cómo va a ser?”
Y me imaginé situaciones cotidianas que vivo cada día porque vivo en La Patagonia, en un valle donde me calefacciono a leña. Donde tengo muchas plantas y un jardín que tiene una vida propia increíble. En la tarea de prender el fuego, por ejemplo, es mi meditación matutina diaria. Y muchas veces esas microtareas me traen mucha data y enseñanza para trasladar a otros aspectos de la vida.
Todo lo que publico en redes, lo dibujo a mano. Las de LoQuiTa, tiene una parte digital, y luego escribir lo que me quiera decir esa imagen. Eso me lleva tiempo. Y la riqueza está en ese tiempo, en el pasaje de una cosa y la otra. Es como que las espero: dibujo en lápiz, después viene el estilógrafo, me encanta hacer los pelos de LoQuiTa y detalles con la punta 02 bien finita. Después viene el momento de pintar… escribir. Espero cada uno de esos momentos.
Ahora estoy trabajando en un proyecto que me llevó 8 años pintar y van 2 años que me está “dando para tenga” de todo lo que se me mueve ante la posibilidad inminente de verlo concretar, manifestarse y soltarlo.
Pasa de todo ahí.
Tengo otra amiga: Escribió un libro que le llevó muchísimos años, muchos. Toda su historia personal está ahí. Personal, íntima, y del mundo.
Pasó mucho tiempo, costó. Se publica.
Ahora de gira para presentarlo.
Todo eso es un procesón.
Y no tiene que ver con el éxito, o tachar TODAS LAS COSAS QUE HICE EN MI VIDA Y ME FELICITO. SOY UNA GENIA.
Nonono.
Son procesos de vida, de crecimiento, de transformaciones.
Que las cosas se concreten es muy importante
Que las cosas nos transformen lo es mucho más.
Me voy más lejos…
¿Y los vínculos?
Ufff, entonces me imaginé un mundo de ansiosos. Con incapacidad seria de vincularse.
Un mundo humano dividido entre la realidad de hacer todo inmediatamente, de tener respuestas rápidas, donde el conocimiento, tener resultados es lo mismo que un ataque de gula.
Y por el otro lado, la distancia abismal entre esa realidad y la otra, la que es “lenta”:
- Construir una casa y todo lo que sucede en el mientras.
- Conocer a alguien (amistades, parejas, socios) y pasar por ese estado de enamoramiento al crecimiento del vínculo y lo que trae. (El Vínculo como un ser vivo que habita el territorio entre el espacio que hay en el TU y el YO).
- La crianza. Y toooooooodos los pasitos de los que crian y de ese ser llegando a este mundo y su crecimiento.
- El cuerpo. Con sus procesos “lentos”, como lo es la digestión, como el ciclo hormonal y nuestros procesos de vida. Como son los síntomas, “enfermedades” y sus tratamientos.
- La sexualidad, con el contacto real de cuerpo a cuerpo. Corazón a corazón.
Y tantas cosas más…
Che, yo soy gracias a todas las veces que fracasé en vínculos, en amistades rotas, en amores no correspondidos. O sí, correspondían, pero mejor no, paso. Todas las veces que murieron partes mías, me hicieron tener más vida.
¿Y este mundo de Inteligencia Natural? ¿Podremos saltar de una autopista hipermegarápida y pasar por la colectora llena de lomas de burro?
Hablaban en la radio de que quizás hay que nombrarla distinta, que tal vez el nombre apropiado es Humanidad Artificial.
No sé, che.
No sabemos lo que es ser humano. No sabemos la cantidad de inteligencia que poseemos más allá de la mente, la supuesta empatía y el afecto.
Lo compruebo cada vez que accedemos a ese poder que está tan cerca como lo es el cuerpo. Que podemos tener otro tipo de comunicación con todas nuestras partes que hasta ahora las vemos fragmentadas.
Que nuestras células guardan toda la información de la humanidad, mucho más que la base de datos que absorbe la IA, el algoritmo y alguno de estos tipos muy inteligentes que inventan estas cosas y que tienen mucha guita y que lo único que les va a importar es el litio y otros recursos, eso sí NA-TU-RA-LES, o sea, finitos.
Entonces, cuando hablás de magia pareciera que se le baja el precio, que es cualquiera. Cuando se experimenta el poder que hay en la palabra, que tenemos tesoros escondidos que aún no desarrollamos totalmente. Que sigue siendo el mismo 30% del cerebro que usamos solamente. ¿Qué podrá hacer todo el otro 70%?
No sé que opinás vos, que llegaste hasta acá y pudiste vencer la ansiedad de leer algo extenso… pero a mí me despierta mucha más curiosidad el misterio que aún somos los inteligentes (torpes) naturales. Que han pasado los siglos y tecnologías y los problemas principales son exactamente los mismos.
En todos los cuentitos hay un momento en que el o la protagonista tiene que elegir entre dos caminos: el fácil o el difícil. Siempre es así. Pareciera que de esa decisión dependiera su vida y todo lo que pueda suceder a partir de ahí. Una se pone nerviosa, porque le habla al libro o la pantalla para que tome el camino sencillo, pero no. El camino que se le abre tiene todas las dificultades habidas y por haber, pero en el mientras se hace amiguitos, encuentra fortalezas que antes desconocía, tesoros escondidos, miedos para enfrentar… en fin. Todos conocemos ese momento.
Es una ilusión creer que nos vamos a liberar de ese camino.
Te vas a encontrar por esa bifurcación, que tiene otros tiempos, que es caótica y que la paciencia es la clave para obtener la energía necesaria.
¿Necesaria para qué?
Para transformar-te.
Y bueno, no es para fiacosos ese detalle del humano natural.
Para eso está la IA.